Poema La Mujer Que Amo

La Mujer Que Amo 

La mujer que amo es un pedazo de cielo en mis manos, 
es un rayito caliente de sol que abriga mi alma dormida.

La mujer que amo es un minuto de paz en medio de la 
más sangrienta guerra, es la lluvia mojando el suelo 
reseco de un campo cultivado.

La mujer que amo es capaz de secar hasta la última de 
mis lágrimas con su sonrisa, y a la vez es capaz de 
provocarme el mayor de los llantos sólo con decirme 
que me ama en el momento que más lo necesito.

La mujer que amo es el ser que comprende más allá de 
la mirada, más allá de lo físico y lo elemental. Ella sabe 
dibujar esperanzas, mañanas fascinantes, viajes estelares 
y encuentros sublimes con sólo cerrar sus ojos y dejarse 
llevar. y llevarme con ella.

Ella provoca que mi alma se eleve por los cielos y encuentre 
la suya en una nube esperando por mí, con su hermosa 
juventud y sus manos abiertas para recibir las mías.

Ella conoce mis temores, mis deseos, mis miedos. Ella sabe 
cuando siento pena, dolor, angustia y cuando estoy feliz.

La mujer que amo me sacó del letargo, me mostró que en la 
Tierra hay ángeles sin alas que caminan a nuestro lado, que 
velan por nosotros de una manera especial... que aunque no 
podamos distinguirlos o verlos, ellos están siempre cuidando 
de nosotros. Ella es ese ser tan especial que puso Dios en mi 
camino.

La mujer que amo. Es invisible a mis ojos todavía.
Pero es tan concreta en mi corazón que sin verla la veo, 
que sin tocarla la toco, que sin besarla la beso, que sin 
poder hacerle el amor la siento dentro de mí.

Yo sé que esta mujer a la que amo tanto es tan especial 
que un día tal vez la pierda, que sin haberme pertenecido 
nunca, se aleje de mi lado. Pero estoy tan feliz de amarla 
que solo me importa darle gracias a Dios por haberme 
permitido encontrarla, conocerla, disfrutarla y sobre 
todo respetarla.

Amor, si tan solo pudiera abrirme el pecho y darte todo mi 
corazón... si tan solo pudieras ver que en él late furioso mi 
amor por ti... si tan sólo pudiera regalarte ese soñado 
amanecer, y despertar contigo envueltos en ese manto de 
ternura que brota de nuestras almas... sería la persona más 
feliz del universo...

Amor mío. Seguiré soñando con ese día. Seguiré pidiéndole 
a Dios por un momento a tu lado, por una caricia de tus manos, 
por un beso de tus labios.

Y si Dios no puede concederme ese deseo, seguiré deseándote 
en el silencio de mi alma, seguiré dibujando tu rostro en mi 
almohada. Y encontraré la forma en que algún día de esta 
corta vida se unan tus ganas y las mías en un abrazo tan dulce, 
tan apretado que lo triste y lo temido habrán desaparecido para 
dar paso a la mayor felicidad de mi vida.

¡HABERTE ENCONTRADO EN CUERPO Y ALMA!.
Y así poder decirte que te amo, amor mío.
Dios te bendiga hoy y siempre.