La Conciencia

¿No es verdad, queridos niños,
que al hacer una obra buena
nuestra alma se complace
se tranquiliza y se alegra?
¿No habéis también observado
que sentimos grande pena,
cuando hacemos una cosa
que la ley moral reprueba?
La mala acción nos aflige,
nos humilla y atormenta,
como si fuera carcoma
que por dentro nos royera.

La buena acción, al contrario,
de puro placer nos llena,
nos anima y estimula
a repetir obras buenas.
¿Por qué nos sucede esto?
- Porque tenemos conciencia.

Dios ha puesto en nuestra alma
un juez que con ley severa,
nos dice si hemos obrado
como el deber nos ordena;
es juez y también testigo
que nuestros actos observa,
y fiscal al mismo tiempo
que nos acusa y condena.

Ved cuán importantes cargos
cumple a la vez la conciencia;
y todo, porque Dios quiere
que nuestra conducta sea
ajustada a los preceptos
de su ley santa y eterna.

Dios, que es bondadoso y justo
nos hizo de tal manera
que se viesen en nosotros
sus cualidades excelsas.

Y es su voz, su voz divina,
la que en el alma resuena,
advirtiéndonos lo malo
para que evitarse pueda,
y mostrándonos lo bueno
para obrar como El desea.

El hombre indigno, malvado,
obra contra su conciencia;
mas no le tengáis envidia,
aunque dichoso parezca.

La maldad, tarde o temprano,
su justo castigo lleva;
y sólo será dichoso
quien de lo malo se aleja,
quien deplora sus pecados,
los aborrece y se enmienda,
aceptando a Jesucristo
por Salvador con fe plena.

Quien tal hace, tiene siempre
muy tranquila su conciencia.

(Carlos Araujo)